Lunes. Comienzo de semana como otro cualquiera, trabajando y de repente se apaga el monitor. El router también. No has escuchado saltar el cuadro eléctrico de casa. "Ya se ha ido la luz en el barrio" piensas. Pero...
Un compañero que vive en otra comunidad autónoma escribe al grupo del móvil "¿se te ha ido la luz?" arqueas las cejas.
Otro compañero de otra ciudad responde "a mi también". Ahora ya sabes que no es una casualidad y esto es mas grande (y grave) de lo que parece.
Sondeas a otros amigos de varias ciudades, y te confirman lo que pensabas: ¡no hay electricidad en varias partes del pais!
Con la sorpresa encima, miras la hora: 12:30. "A ver cuanto tarda en volver". Tu ignorancia no te deja ver que una caída así no es nada fácil de recuperar.
El 4G del móvil sigue funcionando así que intentas averiguar que está pasando. De primeras no hay mucha información, pero parece que España sufre un apagón junto a Portugal y Francia.
Ahora eres consciente que esto va para largo.
Los minutos y las horas pasan, el 4G empieza a fallar. Pierdes continuamente la conexión vía móvil. Se cambia a 3G y pasado un tiempo más ya no hay datos. "Sólo llamadas de emergencia" dice el teléfono.
Vuelves a los 80 y 90, época en la que naciste y creciste. Sin teléfono móvil (y llamar por el fijo se racionaba porque cada llamada te la cobraban) y sin páginas webs de noticias en tiempo real.
A la tarde los críos salen a la calle a jugar, desde la tarde hasta la noche. Como tu hacías a su edad todos (o casi todos) los días. Al volver no sabes si ducharlos o meterlos en la lavadora junto a la ropa.
Mientras juegan, te sientas en la calle junto a otros adultos a charlar del tema del momento (el apagón) y otros asuntos personales. Hacía ya tiempo que no tenías una tarde tan social.
A las 21:30 vuelve la electricidad y un poco después la fibra óptica. El frigorífico se pone a trabajar para recuperar la temperatura perdida, la lavadora continúa su programa interrumpido y tu cargas los portátiles que han donado la energía de su batería a unos móviles inútiles (por si acaso).
Te preguntas si los servidores de tu empresa habrán aguantado tantas horas sin electricidad. Quizás mañana sea un día de arreglar muchas cosas.
Casi medio día sin estar pendiente del móvil. Ya llevas tiempo racionalizando su uso, pero esta vez ha sido un corte total con el mundo digital.
Salvo el (gran) detalle de no tener electricidad, así ha sido tu día a día hasta bien entrada tu juventud. Sin ese móvil que reclama toda tu atención. Ahora para algunos es lo más parecido al fin del mundo.
Y no ha sido una experiencia nada desagradable volver a esa realidad, aunque sea por unas horas.
29/04/2025 - Personal