Hace un mes compré un soporte VESA para mi “nuevo” minipc. Anclé el equipo a la parte trasera del monitor, teniendo algo parecido a un “todo en uno”. A los pocos días me di cuenta que el equipo se calentaba más de lo habitual. Había pasado por alto un detalle: parte del calor que desprende el monitor llega al equipo.
Mientras pienso en como recolocar dicho soporte (se puede anclar a la parte inferior de la mesa, seguramente acabe así), me acorde de otros productos en los que me dejé el dinero pero fuero un fiasco. No quiero decir que sean malos productos sino que puede que no fueran para mí.
Nunca me he llevado bien con las cámaras analógicas. Fotos mal hechas sin poder borrar, carretes velados o que alguien tuviera que revelar y ver tus fotos eran puntos que no me acababan de convencer.
La llegada de las cámaras digitales solventaban todo eso, así que cuando salieron las primeras intenté hacerme con una. Pero no iba muy sobrado de presupuesto así que compré una de bajo coste. No recuerdo la marca y modelo, pero no fue buena idea: fotos de resolución VGA, solo zoom digital y sin posibilidad de expandir la poca memoria.
Tras ver de que era capaz la cámara procedí a su devolución. Aún debería pasar un par de años para comprar una cámara digital con zoom óptico, varios megapíxeles de resolución y expansión con tarjetas de memoria.
Durante mi trabajo como soporte helpdesk en un banco, uno de los productos que tocábamos mucho eran las agendas electrónicas Palm. Los jefes de cada departamento tenían modelos de alta gama de esta marca (serie 500) donde tenían sincronizados sus correos, contactos y agendas.
En algún momento del 2000-2001 pensé que sería buena idea comprar una Palm de gama baja para mi uso personal. Me interesé por la Palm m105 pero estaba agotada en todas partes. Terminé comprando la más básica de todas: la m100.
Podía sincronizar con Evolution. Pero la escasa memoria del dispositivo no me dejaba instalar muchas aplicaciones. La baja calidad de los materiales, la poca precisión de la pantalla, y la lentitud de su procesador no ayudaban a que la experiencia del día a día fuera buena.
Tras varios meses de uso, terminó en un cajón. No había gran diferencia entre usarla o no. Mis correos podían esperar a ser contestado al llegar a casa. Mi citas de agenda eran pocas. Mis contactos apuntados en mi cabeza. El resto de aplicaciones eran poco útiles.
Nunca me hizo falta una PDA.
En 2005 se presentaba el Mac mas barato y pequeño: el Mac Mini. Con un procesador G4, aquella pieza de hardware me fascinó. Como nunca había tenido un Mac decidí que era el momento de probar esa plataforma.
Me compré el modelo básico, con un G4 a 1.25 Mhz, 256 Mb de RAM (ampliado luego a 512), 40 Gb de disco y una ATI 9200. Puede parecer poco, pero por entonces mi ordenador tenía especificaciones inferiores a esta.
El cambio de una semitorre a un equipo tan reducido fue brutal. La gente alucinaba al ver que aquello tan pequeño era un ordenador.
El equipo venía con Mac OSX 10.4, el cual funcionaba bien. Viniendo de Linux empecé a notarme un poco encorsetado en ese sistema. Poco después salió OSX 10.5 (última versión del sistema soportada), pero en aquel tiempo la actualización del sistema operativo era de pago.
Acabé migrando primero a Debian y luego Fedora, ambas en su versión PowerPC. Con ello ganaba en cantidad de software disponible y mayor soporte de hardware. Algunos programa privativos, como Adobe Flash Player, no estaban disponibles. El ventilador sonaba mas que con OSX, desconozco el motivo, pero funcionaba correctamente.
A principios de 2006 se anunció la migración a procesadores Intel. Fin del camino para la arquitectura. Vendí el equipo y con el dinero, cambié a un Thinkpad, vuelta a la arquitectura x86.
Hoy en día aguantaría más años con esa máquina gracias a Linux PPC. Pero entonces tenia otra mentalidad. Pensándolo bien, fue un fiasco, ya que no amorticé la inversión en el equipo.
Seguro que hay más "fiascos" en mi historial, pero estos 3 son representativos de dos puntos negativos de mi carácter de entonces: impulsividad y consumismo. Mala combinación que te puede llevar a decisiones precipitadas.
Con los años he conseguido corregirlos en parte, pensando bien cada cambio y cada compra. Lo que no me salva de nuevos fiascos.
29/07/2024 - Personal